En esta época estival ya todo son hierbajos secos, amarillentos y sonidos de chicharras que responden a las temperaturas que soportamos. Tiempo atrás, hace unos meses, el paraje era distinto, todo un mar de colores que se entremezclaban para regalarnos una primavera frondosa que, gracias a las lluvias del invierno y a las temperaturas moderadas hasta que ha entrado julio, ha perdurado para que tengamos tiempo de visitar un espectáculo que tenemos a un paso de Linares y que merece la pena vivirlo.
Estas imágenes son del entorno de la carretera que va de Linares a la aldea de la Fernandina, rodeada de pastos con ganado y preciosas dehesas que son un placer contemplar.
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